Herder rechazaba el culto a la razón y a la verdad universal practicados por la Ilustración, y defendia en cambio la confianza romatica en el corazón humano y la veneración histórica de muchas verdades humanas.
Como toda cultura es única, Herder se oponía a cualquier intento de imponer los valores de una cultura a los de otra. Detestaba la tendencia de los philosophes de caricaturizar los pasado y proponer su propia época como modelo universal para la humanidad. Herder llegó incluso a sugerir la degeneración de la Edad de la Razón: era artificial, imitaba a los griegos y a los romanos, era demasiado razonable e insuficientemente espiritual.
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